Después
de comprar medio galón de Whisky barato, arribamos al lugar tan temprano como
nos pareció adecuado. Luego vinieron ellos a saludarnos, entonces "ella" expresó
su confusión echándome en cara lo mucho que había estado evitandola. Una vez dentro estuve contra del orden de la sillas, tal como imaginé
quedé al filo de la mesa con la botella de un lado y un enfado de lo más ridículo.
Entre tragos me dieron las ganas de lanzar terribles pasos dentro de la
multitud, pero antes bebí alcohol creyendo que retornaría mi alegría para
hacerme capaz de encararla. Unos minutos después intercambiamos una conversación
simple que pretendía ser aperitivo de lo siguiente pero que no fue más que una
advertencia. Luego, vino la borrachera que esa porquería para sacar lo mejor: valor y estupidez en un mescla que es peligrosa e infantil.
Hallándola en
soledad busqué retomar lo que antes habíamos abandonado, pero las tonterías que le dije
no hicieron sonreírla. Al darme cuenta de mi fracaso y en acto desesperado por
conseguir su afecto, le bese con una mueca desbaratada.
Ella bien comprendió mi estado pero no consintió tolerarlo, por lo que agitó su
mano para remover el aroma etílico. Yo avergonzado por la actitud tan grosera con
me dirigí hacia "ella", deje que se marchara y evite verla de nuevo a los ojos.
En la mesa, su amiga me sugirió que me conformara con que "ella" fuese mi amiga,
puesto que eso ya estaba más perdido que nada.
Aquello
me tiene sin importancia porque más tarde las cosas se volvieron peores: perdí todas
mis pertenencias e incluso desapareció el alcohol que antes había añorado conservar para
mitigar mi soledad. Para recuperar a mi colega que se encontraba en
el fondo moribundo de la embriaguez, tuve que enfrentarme al “cadenero” que protegía
la entrada por lo que bien me lleve unas patadas a casa. En la mañana caminamos
acompañados de la resaca por la carretera hasta conseguir llegar a la comunidad
más cercana. Los días no vividos vienen por venganza si los desperdicias. Pero
ella es una tormenta eléctrica que solo viene en verano para arruinarme el rato y luego, huir a otra parte donde hará otro
desastre.
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