Cuando los halagos
acomodan ofensas y miro el reflejo de los actos deliberados que nacieron de mi
"libertad", sostengo que los contrastes no existen. Sabes bien que la
mejor parte es la peor y que en el fondo de la estupidez yacen naturalezas que
sueles atribuir a la maldad. Así hecho a reír por mis desgracias porque ahora
me hacen gracia y no son más que desventuras disfrazadas por mi estupidez. El origen de las desgracias más graves que me han angustiado
parte de una mínima expresión, la síntesis básica: individuo, varón y viviente.
En consecuencia la sociedad, la mujer y la muerte son conceptos que por más que
persista en retener su comprensión, jamás he de lograr conocer. En el sepulcro
de la angustia más horrida me conmueve creer que al final de la vida comprenderé
la muerte y con esto tendré el consuelo de todavìa declamar: “Veni, vidi,
vici”.
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